Trepa el dólar y la tensión política hace lo propio. El régimen de bandas cambiarias enfrenta un momento definitorio tras la reciente escalada del tipo de cambio oficial a la zona de los $1.400.
Este nivel, peligrosamente próximo al techo de la banda superior —proyectado en $1.482 para fines de septiembre—, marca un umbral crítico: para los economistas -e incluso para el propio Gobierno- existe una cotización, peligrosa, que podría disparar la demanda y que representa el “punto de no retorno”, donde el esquema podría dejar de ser eficaz para contener las expectativas devaluatorias.
Con el Banco Central de la República Argentina (BCRA) bajo presión para sostener la estabilidad en un contexto preelectoral, la sostenibilidad del régimen está en jaque, condicionada por restricciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y señales de desconfianza en el mercado. El diseño técnico de las bandas, con un piso decreciente (-1% mensual, que se ubicó en $950 en agosto) y un techo creciente (+1% mensual, de $1.467 en agosto a $1.527 en diciembre), busca equilibrar la magra acumulación de reservas con una flotación controlada. Sin embargo, la suba a la zona de los $1.400 evidencia las limitaciones de este esquema divergente, que amplifica la incertidumbre al ensanchar la brecha entre los extremos.
Carlos Melconian y Marina Dal Poggetto marcan el “punto de no retorno” del esquema
El tipo de cambio real erosiona la competitividad exportadora y agrava una virtual recesión. Economistas como Carlos Melconian han sido críticos con la sostenibilidad de este régimen, argumentando que el tipo de cambio actual es insostenible y que no refleja un mercado libre, sino un control artificial que genera desequilibrios. El expresidente del Banco Nación sugiere que por encima de $1.450-$1.500, el esquema colapsaría, forzando una devaluación poselectoral con un ajuste de al menos 20%, lo que podría traducirse en inflación adicional de 1,5% mensual inicial, acumulativa en el corto plazo. Melconian lo describe como una “fecha de defunción” del modelo, amplificada por errores como la salida apresurada del cepo y recortes en áreas sensibles.
De manera similar, Marina Dal Poggetto enfatiza en la apreciación del tipo de cambio real, que pone al dólar oficial en un umbral crítico cercano a $1.400-$1.450, donde faltan reservas adicionales para defender el techo de la banda. Advierte que superar $1.450 desestabilizaría el esquema, con inflación reavivada y necesidad de intervenciones que podrían violar cláusulas del FMI, forzando un cambio estructural como el abandono de las bandas para evitar una devaluación descontrolada. En rigor, alcanzar los $1.450 implicaría un quiebre en la capacidad del Gobierno para gestionar expectativas, ya que el mercado percibirá el techo como un límite frágil, incentivando apuestas por una devaluación.
El dólar futuro como precursor del desarme de las bandas
Los contratos de dólar futuro en el mercado ROFEX (hoy llamado A3 después de su fusión con el MAE) refuerzan esta percepción de fragilidad, con cotizaciones que anticipan un tipo de cambio por encima de los techos oficiales: $1.482 en septiembre, $1.497 en octubre, $1.511 en noviembre y $1.527 en diciembre, alcanzando $1.500-$1.550 para fin de año. Estas proyecciones reflejan una prima de riesgo que descuenta la incapacidad del BCRA para defender los $1.450 sin incurrir en ventas masivas de reservas, lo que dispararía especulaciones y drenan divisas acumuladas.
El dólar está ahí nomás de un nivel crítico, a solo $50 del techo de septiembre. Cada vez que sube, ¡ojo!, porque podría revivir la inflación. Desde el gobierno, insisten en que van a hacer lo imposible para que el dólar oficial no pase los $1.450. Quieren estabilidad sí o sí antes de las elecciones del domingo y las nacionales.
¿Qué están pensando hacer? Intervenir de vez en cuando en el mercado y endurecer los controles financieros para que nadie especule. Pero hay un problemón: el acuerdo con el FMI (ese de u$s20.000 millones de abril) tiene una cláusula secreta que les prohíbe vender reservas para defender el tipo de cambio. Así que el Banco Central está en un aprieto: si interviene en los $1.450, puede romper el acuerdo; si no lo hace, se les puede ir la devaluación de las manos y chau credibilidad del programa económico.
Domingo Cavallo y su advertencia
Cavallo, en los últimos días, le dio con un caño a “las improvisaciones del equipo económico”. Para él, el “punto de no retorno” es cuando el dólar oficial llega al techo de la banda sin reservas para respaldar los pasivos del Banco Central. Sugiere que si pasa los $1.450, sin libre convertibilidad y sin poder emitir para cubrir el déficit, todo se va al garete, la economía se estanca o la recesión se profundiza. Propone eliminar los controles discrecionales para frenar la especulación, y dice que vender futuros del Banco Central no alcanza.
Otros economistas, como Iván Carrino o Hernán Letcher, también ven un panorama frágil. Proyectan que el dólar futuro va a estar por encima de los techos oficiales. Coinciden en que $1.450 es el límite donde las bandas ya no sirven, dejando al gobierno en aprietos con el FMI, con las reservas drenándose y con presiones políticas.
De hecho, dejar las bandas cambiarias es una opción extrema para desarmar las expectativas de devaluación. Gente cercana al equipo económico comenta que eliminar el techo fijo (que va de $1.482 en septiembre a $1.527 en diciembre) podría frenar a los especuladores que buscan forzar ventas de reservas al límite superior. Pero, ojo, esta decisión tiene sus riesgos: una flotación más libre podría disparar el dólar, subir la inflación y pegarle a la imagen positiva de Milei. Así que los $1.450 no son solo un límite técnico, sino también un punto de quiebre político. Para el oficialismo, la percepción de control económico es clave. Técnicamente, la suba a los $1.400 y la cercanía a los $1.450 muestran lo vulnerable que es este esquema, que, aunque innovador, no logra contener las presiones del mercado en un ambiente tan volátil.