El tenista se llevó el primer parcial de la final del Argentina Open por 7-5. Ruud había tenido un set point.
Schwartzman demostró que viene en forma ascendente. Siempre de menos a más. En el torneo y en los propios partidos. Con mejoras, pero con algunos baches lógicos de la presión y de que el rival también complica el panorama. Sin embargo, desplegó su mejor versión frente al noruego. Si bien él remarcó a lo largo de la semana que le gusta más jugar de noche que de día, la realidad es que en la tarde de Palermo se lo notó muy cómodo. Voló dentro de la cancha: estuvo rápido para los desplazamientos, inteligentes en los movimientos y fino con el revés. Y, para colmo, la suerte también le tiró un guiño. Tanto es así que su adversario rompió cuerda cuando tuvo un set point en el 4-5 30/40 con el saque del Peque en un intercambio eterno que no parecía terminar nunca. Luego, el argentino consiguió el quiebre y mantuvo con solvencia para quedarse con el primer chico de la jornada.