El primer debate presidencial realizado anoche en el Estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero no dejó un ganador neto como así tampoco un perdedor claro.
El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, salió más que airoso cuando tenía por delante un escenario por demás difícil. Nunca se lo vio acorralado y mantuvo un tono calmo. Puso el foco en disociarse de la gestión actual de Alberto Fernández, a quien evitó mencionar en el debate, y se focalizó en enumerar las medidas que tomaría si llega a la presidencia.
Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, salió también bien parado porque logró mostrarse moderado y afianzado en su eje económico. Cuando todos estaban a la expectativa sobre si se mostraría irascible o perdería los estribos, se mostró ‘presidenciable’ en control de la situación, al hablarle a un público por fuera de sus seguidores. Al dirigirse al candidato del oficialismo, siempre lo llamó ‘ministro Massa’. Buscó esquivar la acusación de Bullrich por su alianza con el sindicalista gastronómico Luis Barrionueno, con la mención a una ancha avenida liberal que podría cobijar a todos, al asegurar lo siguiente: “Todos lo que quieran cambiar y sumarse a esta revolución liberal para que Argentina sea potencia en 35 años, están bienvenidos”.
A la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, se la vio encorsetada por el formato del debate, menos desenvuelta que en las entrevistas televisivas que dio una vez finalizado. A su vez, sí le cuestionó al ministro de Economía el ‘plan platita’ y a su Gobierno (el del Frente de Todos) haber aumentado 40 impuestos en cuatro años.