A las 9:20 de Nueva York -11:20 de Buenos Aires-, Javier Milei inició su agenda en los Estados Unidos. Llegó junto a su hermana Karina a “El Ohel”, la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson, conocido como “el rebe de Lubavitch” y considerado milagroso. Se trata de una actividad personal del presidente electo, quien luego viajará a Washington DC para mantener encuentros con funcionarios de Joe Biden e integrantes del Fondo Monetario Internacional.
En julio de este año, antes de las PASO, Milei ya había hecho un viaje fugaz para visitar este lugar de referencia para la religión judía, ubicado en el cementerio de Montefiore. Como él, cada año miles de personas -incluidos los principales líderes mundiales- se acercan al lugar para recibir inspiración, vitalidad y orientación.
Anoche en una entrevista televisiva, el jefe de Estado electo anticipó que quería cumplir con este ritual como gesto de agradecimiento.
Según las diferentes reseñas, Menajem Mendel Schneerson nació el viernes 18 de abril de 1902 en la ciudad ucraniana de Nikolaiev y murió en 1994. Su padre, Rabi Levi Itzjak Schneerson, fue un renombrado cabalista y talmudista; su madre, la Rebetzn Jana, una mujer aristocrática de una prestigiosa familia rabínica.
Fue el séptimo líder de la dinastía de Jabad Lubavitch y se lo define como “la más grandiosa personalidad judía”, porque tomó un reducido grupo jasídico que casi desapareció con el Holocausto y lo transformó en uno de los movimientos más influyentes del judaísmo religioso.
Se destacó por su enfoque de la Torá y el judaísmo como una guía para la vida cotidiana. Enseñó que la Torá es relevante para todos los aspectos de la vida, desde las relaciones personales hasta los asuntos globales. También fue un defensor de la educación judía y de la difusión de la cultura judía. Fundó escuelas y organizaciones para promover la educación judía y la difusión de la cultura judía.
Milei partió anoche de Buenos Aires en un vuelo privado. Además de su hermana, integran la comitiva del presidente electo Luis “Toto” Caputo, Nicolás Posse y Santiago Caputo, sus principales consejeros; también participan Gerardo Werthein, quien sería embajador argentino ante la Casa Blanca, y el embajador estadounidense en Buenos Aires, Marc Stanley.
En cuanto a “El Ohel”, hace referencia a la estructura construida encima del lugar de reposo de un tzadík, una persona justa y piadosa. Las personas que tuvieron la oportunidad de visitar este lugar, lo describen como especial. Allí piden bendiciones y luego siguen viaje hacia la ciudad de Manhattan. Es un paso fugaz, un paso de fe. El cementerio cuenta con una entrada especial hacia la tumba del rebe.
Una vez en el lugar, hay que escribir una carta antes de ingresar. El rebe, antes de morir, pedía que se ponga ahí el nombre junto al nombre de la madre, no el padre. Así, las personas entran, leen los salmos, se lee la carta, se rompe y se tira donde está enterado
Entre los pedidos, hay quienes escriben para casarse, o curar una enfermedad propia o de un tercero, resolver dificultades personales o tener éxito en los negocios. En una fecha especial o un domingo, o fechas como el día de su nacimiento o su fallecimiento, hay miles de personas que hacen filas de hasta horas para entrar y estar dos minutos.
contó cómo surge su relación con la religión judía. “Yo le daba clases a una persona que quería estudiar economía, pero no quería tomarse el laburo de estudiar toda la carrera porque le parecía algo tedioso y quería aprender las cosas más fundamentales. Le armé un programa de estudio simplificado para que tuviera acceso a los temas fundamentales de la economía. Era un chico judío, y cuando venía a clases me hacía preguntas que eran muy impresionantes, que a mí me dejaban pensando”, señaló en aquel momento.
“Eso me abrió al interés y después tuve la dicha de irme vinculando con más gente de la comunidad y empecé a profundizar y ahora tengo la dicha de ser amigo de un rabino, que es el rabino del templo de la calle Borges (Templo ACILBA), que es una persona que quiero muchísimo, que le consulto regularmente. Son discusiones que de repente pueden demandar dos o tres horas y que para mí son muy gratificantes y me ayudan a crecer mucho y a entender las situaciones de una manera mucho más profunda”. “Me da mucha tranquilidad espiritual en un momento dónde recibo ataques constantes de la casta política, y soy sometido a calumnias y mentiras”,