Los proyectos de origen local que usan criptomonedas y tecnología blockchain para procesar pagos, digitalizar activos de la economía real o hasta crear un ingreso universal han atraído el interés de inversores y desarrolladores de todo el mundo. Entre ellos, Vitalik Buterin y Silvio Micali, creadores de Ethereum y Algorand.
La visita a la Argentina en los últimos días de Vitalik Buterin y Silvio Micali, creadores de Ethereum y Algorand, dos de las principales plataformas blockchain del mundo, marcó la pauta de la atracción que generan los proyectos argentinos en el ecosistema cripto y la posibilidad de que el sector sea líder en los próximos años de la industria del conocimiento, la creación de valor agregado y de nuevas oportunidades laborales.
El crecimiento de proyectos diseñados por argentinos que usan criptomonedas y tecnología blockchain para procesar pagos, digitalizar activos de la economía real o hasta crear un ingreso universal para todas las personas han atraído el interés de inversores y desarrolladores de todo el mundo.
“Una de cada tres grandes ideas que recibimos viene de la Argentina. ¡Quería ver que diablos es lo que pasa en este país!”, aseguró a Télam Silvio Micali, el fundador de Algorand en su visita al país a mediados de diciembre, cuando se reunió también con el vicejefe de Gabinete, Jorge Neme y con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, con quienes habló sobre las posibilidades de aplicar tecnología blockchain en distintas funcionalidades de gobierno, como el caso de Colombia, donde su pasaporte sanitario corre sobre la plataforma de Algorand.
Uno de los proyectos que Micali apoya activamente es Agrotoken, una empresa argentina que provee a los productores agropecuarios la posibilidad de tokenizar -digitalizar e identificar inequívocamente un activo en una blockchain- sus cosechas de soja, trigo y maíz para así poder venderlas cuando deseen de forma inmediata en unidades muy pequeñas, ya que cada token representa a una tonelada de cada grano y puede dividirse en hasta 10.000 partes.
“Me enamoré con la visión y con una oportunidad de billones de dólares”, dijo Micali sobre el producto argentino que, aseveró, “es algo revolucionario para el mundo” ya que “le permite liquidez al productor para conseguir un puñado de granos que puede vender y que puede mover por una fracción de un centavo.
“Es muy eficiente. Creo que esto será un gran impulso para la economía argentina”, afirmó sobre el proyecto que esta semana recaudó US$ 5 millones en una nueva ronda de inversión con la que buscan llevar esta tecnología a Brasil, Paraguay y Estados Unidos, principales países productores de commodities agropecuarios del mundo.
La última semana fue noticia la llegada al país de Vitalik Buterin, el programador ruso de 27 años que en 2015 lanzó junto a un grupo de colegas Ethereum, una suerte de computadora global de código abierto que permite a cualquier desarrollador del mundo crear sus propias aplicaciones sobre esta red y usar su sistema de contratos inteligentes.
Uno de los tantos proyectos que corre sobre Ethereum y que atrajo la atención de Buterin fue “Proof of Humanity”, una plataforma creada por el argentino Santiago Siri y un grupo de colegas que permite a sus usuarios validar su identidad y recibir a cambio un UBI (Universal Basic Income) al día, un token de la plataforma con el que los autores del proyecto buscan establecer la renta básica universal.
“Proof of Humanity es una de esas cosas que son realmente importantes. Creo que es una de las piezas necesarias de la infraestructura que puede hacer que Ethereum sea una especie de lugar más inclusivo. Uno de los mayores beneficios es que, a largo plazo, brinda a las personas la capacidad para obtener un poco de criptomoneda cada mes, con solo tener un perfil “, señaló Buterin días atrás en una charla que brindó en la Usina del Arte, en la ciudad de Buenos Aires.
La visita de Buterin a la Argentina incluyó encuentros con líderes políticos como el ministro de Economía, Martín Guzmán, el expresidente Mauricio Macri y hasta el líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Juan Grabois, en una visita a la Villa 31 de la Ciudad Buenos Aires, entre otras figuras.
“Estoy muy impresionado. No esperaba el tamaño de la comunidad cripto argentina: la cantidad de proyectos, de gente interesada, hacen de la comunidad cripto argentina de las más grandes que vi en cualquier otra parte del mundo hasta ahora”, dijo Buterin en su charla.
En ese sentido, la adopción de criptomonedas por parte de los Argentinos para el ahorro, la inversión y hasta el uso cotidiano en compras ha crecido en forma sostenida en los últimos tres años, al punto que hay más de dos millones de cuentas abiertas en Proveedores de Servicios de Activos Virtuales (PSAV) locales, a lo que deben sumarse las operaciones procesadas en proveedores del exterior o entre pares (también conocidas como “P2P”), donde se cursan compras y ventas de criptoactivos.
De hecho, la Argentina pasó en 2021 a ocupar el noveno lugar en el ranking mundial de intensidad de adopción de criptomonedas, según datos del portal Chainalysis, especializado en el análisis de datos sobre usos y movimientos de criptomonedas en las redes públicas por las que circulan (blockchain).
Según el índice -que pondera el valor recibido de criptomonedas, su comercio minorista y volumen de intercambio entre “pares” en cada país en base a usuarios de Internet y poder adquisitivo per cápita de cada país- la Argentina comparte el top 10 de países junto a Estados Unidos, Vietnam y otros vecinos de la región como Venezuela y Colombia.
De la mano de ese uso intensivo han crecido exponencialmente en los últimos meses el sector de fintech argentinas especializadas en finanzas descentralizadas y operaciones con criptomonedas.
Empresas como Bitso, Buenbit y Lemon, entre otras, han recibido financiamiento internacional por cientos de millones de dólares en el último año para expandirse a otros países de la región y crecer en oferta de servicios y de personal que, en todos los casos, se multiplicó por más de 10 veces la cantidad de empleados en el último año y medio.